Una ola no es solo agua. Es el cuerpo del viento sobre el mar, el ritmo que nace del encuentro entre fuerza y suavidad. Una curva que no se impone, pero arrastra. Una forma que no se fija, pero permanece. Así quisimos crear: desde el vaivén, no desde la rigidez. La mesa y la silla Ola no imitan el mar, pero lo recuerdan. En la madera pulida hay algo del reflejo del sol, algo del silencio que queda cuando rompe una ola y se retira. El borde no corta: acompaña. La curva no adorna: sostiene. Es diseño que fluye, que invita, que deja espacio para respirar. Crear así es dejar que la forma diga solo lo necesario. Es confiar en la materia, en el tiempo, en las manos. Como la ola: va y viene, pero deja su huella.